En el momento en que uno cruza el dintel de la Capilla del Nazareno, en la Parroquia de la Purísima Concepción, ya se nos advierte de que estamos siendo grabados, tal y como dice la ley, y basta buscar un poco más para darnos cuenta de que realmente es así. Se pretende así que el último robo sufrido por la cofradía, la pasada semana, sea el último que sufra.
La última pieza robada es un pañuelo, datado en el S. XIX, que llevaba la imagen de María Santísima de la Amargura en su mano, a lo que hay que sumar los dos rosarios robados anteriormente y el daño sufrido por los faroles de la cruz de guía y que, en este último caso, provocaron que ya no se expusieran nunca más en el templo, los cuales escoltaban a la Santa Cruz de Jerusalén.
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